Un café en la Puerta del Sol

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Un vaivén de sensaciones se agolpan en mi mente al volver tras varios meses de ausencia al corazón de mi querido Madrid. El reloj de la Puerta del Sol anuncia que he quedado, no importa con quien (cosas de trabajo) y que como siempre llego puntual a mis citas.

Hoy hace frío....un frío que cala los huesos, pero aún así me siento feliz porque el viento roza mi cara e invade mis pulmones ,traspasando mis huesos y haciéndome sentir un escalofrío continuo.

Estoy viva.

Veo un grupo de ingleses escoltados por un guía que reconozco como español pues habla un inglés bastante entendible para mí y porque cuando dice "PUERTA DEL SOL" y "EL OSO Y EL MADROÑO" su acento le delata definitivamente - este chico es por lo menos , por lo menos de Carabanchel Alto - pienso.

Tras esperar unos minutos y ver que con quien he quedado llega tarde, me encamino a "La Mallorquina" y al entrar aspiro una mezcla de aromas: Café.... Torteles...Napolitanas y me deslizo entre una multitud de personas que hablan y hablan con la boca llena. Decido esperar arriba, tomándome un café bien calentito y allí , sentada en la única mesa que queda libre pienso en la rabia que me dá no haber podido sentarme en una mesa al lado del ventanal, para poder divisar desde allí a toda la gente que pasea, anda, se cruza y vive en definitiva por esa zona.

El café tarda y finalmente llega mi cita (de trabajo)... se acabó lo que se daba, vuelvo a la realidad laboral y mis miradas se centran en dos carpetas rojas con unos cuantos documentos....

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